Función de la insulina
Por: Eduardo Domínguez
La insulina se libera cuando los
niveles de glucosa sanguínea se
elevan después de una ingesta
de carbohidratos. Esta hormona transporta la glucosa al interior
de las células para producir
energía o almacenarla como
glucógeno o grasa dependiendo
de la cantidad e índice glucémico consumido.
Los azúcares simples, con un
índice glucémico alto, son
absorbidos rápidamente por el
torrente sanguíneo, causando una gran y rápida liberación de insulina, esta sobre producción hormonal hace que algunos carbohidratos se depositen como grasa en lugar de almacenarse como glucógeno.
La insulina se dice que es la hormona más anabólica que hay, está implicada en el crecimiento muscular, debido a que transporta los aminoácidos al interior de las células musculares. Por lo tanto en culturismo debemos prestarle mucha atención a dicha hormona.
El glucagón es la hormona opuesta a la insulina, esta libera la glucosa sanguínea cuando esta baja, generalmente varias horas después de una comida. La relación insulina / glucagón en el organismo determina si ganaras o perderás peso. Esta se controla ajustando las proporciones relativas de proteínas y carbohidratos en la dieta, así como calorías totales.
Insulina y producción.
Las células Beta del páncreas fabrican insulina en etapas. La primera etapa
es la producción de la proinsulina. La proinsulina es una molécula formada por
una cadena proteínica de 81 aminoácidos, que es precursora de la insulina. Las
células Beta del páncreas procesan la proinsulina convirtiéndola en insulina por la sustracción enzimática del péptido C, que es una estructura de 30 aminoácidos que conecta las cadenas A y B (de 21 y 30 aminoácidos, respectivamente)
El péptido C no tiene ninguna función conocida. Sin embargo, se segrega en las
mismas cantidades que la insulina y, de hecho, circula en la sangre más tiempo
que la insulina, por lo que es un preciso marcador cuantitativo del funcionamiento de las células Beta. Así, unos niveles normales de péptidos C indican una secreción relativamente normal del páncreas.
La insulina se almacena en las células Beta en gránulos secretorios, que se
preparan para liberarla en la circulación sanguínea, en respuesta al estímulo de
una concentración creciente de glucosa en sangre. Un páncreas funcionando
normalmente puede fabricar y liberar diariamente de 40 a 50 unidades de insulina.
Además, tiene varios cientos de unidades almacenadas y disponibles para ser
segregadas cuando se necesitan.
Cuando la glucosa aumenta su concentración en sangre, las células Beta del páncreas liberan la insulina ya almacenada en vesículas, y posteriormente aumenta de nuevo al sintetizar de nuevo más insulina.
La insulina aumenta 10 veces su actividad en 3 a 5 minutos.
Disminuye a la mitad entre 5 y 10 minutos.
A los 15 minutos se eleva el doble alcanzando una nueva meseta a las 2 - 3 horas, con una tasa mayor que que la fase inicial.
La función de la insulina sobre la glucosa
La glucosa es el combustible primario para todos los tejidos del cuerpo. El cerebro usa en torno al 25% de la glucosa total del cuerpo. Sin embargo, debido a que el cerebro almacena muy poca glucosa, siempre tiene que haber un abastecimiento constante y controlado de glucosa disponible en la corriente sanguínea. El objetivo es mantener al cerebro funcionando adecuadamente. En este sentido, es de vital importancia que el nivel de glucosa en sangre se mantenga en un rango de 60 a 120 mg/dl, con el fin de prevenir una falta de suministro al sistema nervioso.
La insulina es la principal hormona que regula los niveles de glucosa en sangre.
Su función es controlar la velocidad a la que la glucosa se consume en las células del músculo, tejido graso e hígado.
Cada uno de estos tipos de células del cuerpo usa la glucosa de una manera
diferente. Este uso está determinado por el sistema enzimático específico de cada una. La glucemia es el estímulo más importante para la secreción de insulina.
La grasa
La función primaria de la célula del tejido adiposo es almacenar energía. Estas
células contienen enzimas únicas que convierten la glucosa en triglicéridos y
posteriormente los triglicéridos en ácidos grasos, que son liberados y convertidos en cuerpos cetónicos según el hígado los va necesitando. Tanto la conversión de glucosa a triglicéridos como la ruptura de los triglicéridos a ácidos grasos son reguladas por la insulina. La insulina también inhibe la lipasa, una enzima que descompone la grasa almacenada en glicerol y ácido grasos. Por lo tanto, regulando la captación de glucosa en las células grasas, la insulina influye en el metabolismo de las grasas. En ausencia de insulina, las células grasas segregan de forma pasiva la grasa almacenada en grandes cantidades, por lo que no se metabolizan completamente y conducen al diabético a la cetoacidosis.
El Músculo
Con respecto al metabolismo de la insulina, las células del músculo tienen dos
funciones primarias:
Convertir la glucosa en la energía que necesita el músculo para funcionar.
Servir como un depósito de proteína y glucógeno.
Como el tejido graso, el músculo necesita que la insulina facilite el transporte de la glucosa a través de la membrana de la célula. La célula del músculo tiene sus enzimas propias para controlar los dos caminos metabólicos hasta la glucosa: su conversión en energía contráctil y su conversión en glucógeno. Cuando el nivel de glucosa en sangre es normal, la insulina también influye sobre las enzimas de las células del músculo al favorecer la captación de aminoácidos e impedir la utilización de la proteína propia. El hígado El glucógeno hepático es otra forma de almacenamiento de glucosa. Es mucho más fácil disponer del glucógeno para obtener energía que de los triglicéridos, que primero tienen que ser convertidos en ácidos grasos y, posteriormente, en cuerpos cetónicos. El hígado controla estas conversiones y también convierte los aminoácidos en glucosa si es necesario. Este último proceso se llama gluconeogénesis (formación de nueva glucosa). Aunque la insulina no sea necesaria para el transporte de la glucosa al hígado, afecta directamente la capacidad del hígado para aumentar la captación de la glucosa al reducir el valor de glucogenolisis (la conversión de glucógeno en glucosa), aumentando la síntesis de glucógeno, y disminuyendo el valor de gluconeogénesis (formación de glucosa a partir de proteínas y grasas). Las células Beta del páncreas controlan el nivel de glucosa. En primer lugar, sirven como un sensor de los cambios del nivel de glucosa en sangre y, después, segregan la insulina necesaria para regular la captación de carbohidratos y mantener los niveles de glucosa dentro de un margen muy estrecho. Existe un sistema de retroalimentación por medio del cual una pequeña cantidad de carbohidratos estimula las células Beta para liberar una cantidad también pequeña de insulina. El hígado responde al aumento de la secreción de insulina suprimiendo la conversión de glucógeno (glucogenolisis) Asimismo, la formación de glucosa se paraliza. Aunque el proceso de estimulación de las células Beta y la secreción de insulina no se comprenda completamente, se sabe que el metabolismo provoca la síntesis de glucosa mediante un precursor de la insulina llamado proinsulina. La proinsulina se transforma en insulina dentro de las células Beta y esta insulina se almacena entonces en gránulos y se libera en respuesta a ciertos estímulos. La glucosa es el estímulo más importante para la secreción de insulina.
Artículo publicado por: Eduardo Domínguez
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